SIGUE EL BAÑO DE SANGRE EN ZAMORA

POR ANDRÉS RESILLAS

Jamás en la historia del hermoso Valle de Zamora se había vivido una realidad tan ensangrentada y llena de violencia. Su gente vive horrorizada y su miedo no tiene límite.

Zamora es la puerta de entrada al centro de Michoacán por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación y tanto su incursión como la intensa proliferación del narcomenudeo están convirtiendo este municipio en un auténtico baño de sangre.

Dos, tres, cuatro muertos diarios. La mayoría de ellos jóvenes. Las ejecuciones ya no son noticia, pero el horror y el miedo están presentes todos los días y en toda la comarca.

Conozco Zamora perfectamente. Viví muchos años en esa región tan productiva y tan pródiga y ahora me llena de preocupación el sufrimiento de sus ciudadanos.

No hay fuerza institucional que frene la violencia. Me dicen mis conocidos que hasta el propio alcalde Martín Zamaguey trae más de 10 escoltas por temor a que lo ejecuten. Más de cinco colaboradores suyos ya fueron asesinados.

Los sicarios se transportan en motos, autos y camionetas; irrumpen en los domicilios y no sólo matan a la persona involucrada, sino que arrasan con toda la familia.

Ahora las consecuencias del narcomenudeo y del masivo consumo de cristal se traduce en muertes, robos a mano armada en todos lados: a peatones en la calle; a comercios y negocios. Pistola en mano quitan autos y motocicletas.

En Zamora se consolidó la figura del sicario en moto. Hay colonias como Valencia y Ampliación Valencia uno y dos donde nadie entra, ni siquiera la policía y la muerte ronda todas las noches por sus calles.

Este viernes el presidente Andrés Manuel López Obrador inaugurará un nuevo cuartel en Zamora; ojalá de algo sirva, porque hasta el momento no conocemos su estrategia para terminar con la delincuencia organizada.

Mientras eso pasa, seguirán las ejecuciones, el narcomenudeo, los robos, el horror y el miedo. Pobre Zamora, pobres de nosotros.

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