En los últimos años del Gobierno de Enrique Peña Nieto los mexicanos van a ser sacrificados, pues en ellos recaerán todas las medidas desesperadas de una administración que no sabe cómo frenar la debacle económica.
Todas las promesas de campaña quedaron en eso, en promesas. El país sufre una de las peores crisis y se niegan a reconocerlo porque saben que serán señalados como un gobierno incapaz de administrar bien los destinos del país.
Lo peor de todo es que no hay una Oposición política en este país. Los partidos con más influencia fueron cooptados por el gobierno peñista y a Morena no le alcanza la fuerza para llegar al poder.
Estamos, sin exagerar, al borde del pricipicio y no nos hemos dado cuenta. Al parecer, sólo los maestros lo entienden.
Nosotros aguantar no nos queda de otra, por lo pronto otro nuevo gasolinaso.