OPINIÓN. COLMICHIANOS: RECONOCIDOS EN EL PAPEL. DISCRIMINADOS EN EL SALARIO. Por J. Luis Seefoó Luján

Las autoridades de El Colegio de Michoacán han comunicado que no se pagará el estímulo de fin de año 2020 (bono anual de productividad o tortibono) a los asistentes de investigación y técnicos académicos de esta institución. Eso sí, se les invita seguir participando en las actividades sustantivas de la institución. A este exhorto, yo agregaría: a continuar preparándose y trabajando en bien de la ciencia y de la patria que tanto los ama.

La circular de las autoridades colmichianas advierte que lamentablemente el clima laboral se verá afectado por esta situación, y anuncia perseverar en mejorar las condiciones de trabajo y modificar las normas para que sea posible otorgar estímulos.

¿De qué tamaño es el problema?

No contamos con  información sólida pero es posible estimar que 49 colegas -asistentes y técnicos- dejarían de percibir alrededor de un millón de pesos, cifra que resulta de este cálculo imaginario con base a promedios: 15 mil pesos por concepto de bono de productividad para 49 trabajadores ($735,000) más 12 mil para 25 de ellos que prestan servicios bibliotecarios, de cómputo y/o contabilidad ($300,000). Eso ahorraría el Colmich y/o Conacyt y/o Hacienda o serían reasignados.

Obvio que eso genera inconformidad en el personal que es indispensable, calificado y tiene años trabajando para esta institución dedicada a las ciencia sociales y HUMANIDADES. Los profesores investigadores se inquietan menos porque su estímulo se cubre cada quincena de enero a diciembre todos los años.

No es frecuente que algún conflicto interno, una fricción, empañe la imagen de Excelencia Académica de El Colegio de Michoacán, la institución del “charal”. De los muros para afuera todo parece feliz. Los ascensos, la movilidad en los puestos de trabajo no obedecen a decisiones discrecionales; tampoco ocurren despidos de trabajadores pues (la gran mayoría) los casos, formalmente, quedan registrados como “renuncias voluntarias”, “separación por motivos personales” o la típica conceptualización zamorana: “me descansaron”. La armonía -al exterior- es una portada que se ha cuidado con celo y en ello (casi) todos hemos colaborado por obra, pensamiento y/o omisión. La comunidad colmichiana ha sido y es una bonita familia.

Ahora un leve desacuerdo parece desdibujar la buena relación. Escribo “parece” porque la institución siempre ha tenido suficiente capacidad de absorción y ha logrado que de la “puerta para afuera”, todo transcurra  sin sobre saltos. Es de esperarse que en esta Navidad 2020 cierre la cicatriz y que los afectados expresen: “en realidad no quería el estímulo”, “no lo merecía” o “lo doné para una noble causa”.

Todos los trabajadores son iguales, pero unos son “más iguales que otros”

Es casi un hecho que a 49 trabajadores de El Colegio de Michoacán no se les cubra el pago anual más conocido como “Tortibono”. Este personal, indispensable en las tareas de investigación, docencia y difusión, son los técnicos académicos (titulares, asociados y auxiliares) y asistentes de investigación que ocupan una plaza presupuestal con base en la normatividad llamada Estatuto del Personal Académico (EPA). Unos son historiadores, otros sociólogos, varios han cursado estudios computacionales y/o de programación, otros avanzan o ya concluyeron su doctorado. Diría que el “más molacho mastica clavos”.

Los estímulos a la productividad (tortibonos) han sido la forma de compensar la caída de los salarios reales (lo que podemos comprar de tortillas, leche, jitomates o viajes a Cancún) y cada vez constituyen una mayor proporción de los salarios nominales.

Por cierto, puede “sonar” inmoral hablar de estímulos y/o sobre sueldos cuando varios millones de mexicanos están al borde de la ruina porque, la patronal, en  circunstancias del Covid19 no puede o no acepta cubrir totalmente los salarios y sólo paga días laborados. En peores situaciones, se despide a la  gente.

Un profesor, ordinario del Colmich puede percibir más por estímulos mensuales que un trabajador por concepto de sueldo. Y como ocurre con el precepto bíblico de Mateo: dar más al que más tiene: el  investigador recibe sus estímulos quincena tras quincena, no un tortibono de fin de año. Con ello los efectos inflacionarios son menores y no incurre en la “falta” de una percepción de fin de año.

Los sherpas de la investigación

Técnicos y asistentes son, guardando las proporciones, como los sherpas que suben al Everest o a La Beata, cargan las tiendas de campaña, alimentos, medicina y equipo, apoyan al alpinista que luego escala esas alturas y coloca la bandera de su país y de la empresa que lo patrocina.  El alpinista aparece en la TV, recibe bonos por su hazaña y el sherpa trepa otra vez al Tancítaro o al Aconcagua para recoger los materiales y equipo que usaron los héroes del alpinismo.

Bajo la dirección del investigador, técnicos y asistentes registran documentos, recopilan materiales en campo (fotografías, entrevistas), elaboran datos estadísticos, diseñan gráficos (mapas, esquemas) y preparan materiales para la difusión (videos, entrevistas, documentales), con base en los cuales el investigador titular analiza, procesa y redacta el informe, ponencia, artículo o libro.

De forma similar, en la labor periodística el público conoce al conductor de un programa, al entrevistador o al redactor, pero rara vez al equipo de “chalanes” sin los cuales la producción de radio, prensa y televisión sería menos productiva y oportuna. En los despachos contables, en laboratorios y servicios de ingeniería es común que los técnicos realicen trabajos calificados que concluye el titular con su ojo experto y su firma.

En El Colegio de Michoacán laboran 49 técnicos y asistentes cuyo grado de escolaridad va desde bachillerato y/o carrera técnica hasta doctorado -un gran número con maestría- que llevan a cabo tareas sustanciales para la investigación, docencia y difusión. Algunos contratados “por honorarios” o “asimilados” tienen   derechos limitados, no  sus obligaciones.

Con base en una evaluación, a menudo conflictiva, insatisfactoria, estos 49 trabajadores habían venido recibiendo estímulos económicos bajo un esquema que los consideraba “personal administrativo” aun cuando por su naturaleza fuese trabajo académico. Existen también colegas técnicos que hace labores más contables y administrativas que académicas.

Malestar en el Colegio

La inminente pérdida de ese ingreso ha motivado enfado, frustración, en el personal técnico, auxiliar y administrativo. En los dos primeros porque las autoridades del Colmich han reiterado que tal prestación no está contenida en el contrato colectivo de trabajo que ellas mismas  firmaron con una agrupación llamada Asociación de Personal Académico (APACOLMICH). Lo que callan es: ¿Cómo la tarde del 11 de marzo de 2020, Presidencia del Colmich y  APACOLMICH, llegaron  a excluir a los asistentes y técnicos de esa prestación?

El sorpresivo contrato suscrito en esa fecha con el sindicato denominado APACOLMICH, afín a las autoridades del Colmich, “vacunó” al Colegio para no comprometerse con los estímulos de los auxiliares y asistentes. Es un pacto que identifico como un contrato de protección.

Ese trato violentó las relaciones con el Sindicato de Trabajadores de El Colegio de Michoacán (SITRACOLMICH) que, justo en ese momento, estaba en pláticas formales para la revisión y firma de un contrato para TODOS los trabajadores. La gestión abierta, pública, del SITRACOLMICH inició el 11 de noviembre de 2019

Los compañeros administrativos están un poco fastidiados de escuchar a los directivos del Colmich expresar: “el estímulo está sujeto a los ingresos propios y no es parte de los salarios”. Y, en efecto, así anota el contrato, mientras que el otorgamiento del mismo para investigadores no tiene esa restricción.

Después de mucho “remar a contra corriente”, el SITRACOLMICH, agrupación sindical de trabajadores administrativos, profesores, auxiliares y técnicos, se vio obligado a “rasurar” el documento elaborado conjuntamente con las autoridades del Colegio y se  dejaron sólo cláusulas del personal administrativo.

Las autoridades del “charal” (la patronal) rechazaron los componentes de académicos arguyendo que “ya habían firmado otro contrato”; diciendo que “APACOLMICH se había apurado y ya habían concluido la negociación”. Entonces, los estímulos a auxiliares y técnicos quedaron en un espacio vacío. No fue por un error de las autoridades ni por ignorancia de APACOLMICH.

Un detalle no menor:  APACOLMICH es un sindicato de los ex presidentes, ex secretarios generales, ex coordinadores y de los  actuales coordinadores (excepto uno, del CER). Llama la atención que en todos los ex altos funcionarios  del Colmich, menos los que han fallecido, surgiese la vena sindical, a la que tanto se han opuesto durante toda la vida del Colmich.

¿Por qué la presidencia del Colmich y su asociación excluyeron a asistentes y técnicos a pesar de que ya había suficiente material (elaborado y discutido con asistentes y técnicos del Sitra)?

Aventuro un trío de hipótesis: 1) entre el 6-11 de marzo de 2020 tenían prisa por “madrugarle” al SITRACOLMICH bajo la condición de que en su membresía y práctica social cotidiana los asistentes eran menos importantes; 2) evitar que el recurso se tomara de la misma bolsa de la que se paga a investigadores; y, 3) castigar a los asistentes y técnicos que en amplia mayoría se  afiliaron al SITRACOLMICH y no al APACOLMICH.

Desde las pláticas para elaborar el contrato, los comisionados sitracolmichianos se posicionaron en  la definición laboral del asistente y técnico como trabajadores académicos y este Sindicato ha reiterado la  defensa de los derechos de este conjunto de colegas con tres argumentos centrales: a) son trabajadores académicos con derechos plenos establecidos en los Estatutos de Personal Académico del Colmich; 2) el estímulo no es un privilegio sino una compensación por la caída de los salarios reales; 3) es un pago que se ha cubierto de modo continuo durante varios años y existe un mecanismo de evaluación para su ejercicio.

Asimismo, la Junta de Profesores de El Centro de Estudios Rurales ha comunicado su posición a la Presidencia de El Colegio remitiendo copia a sus colegas colmichianos:

“La Junta de Profesores del Centro de Estudios Rurales se pronuncia porque el personal académico de los Centros de Investigación del Colegio, constituido por los técnicos académicos y auxiliares de investigación (reconocidos como tales y sujetos de obligaciones y derechos en varios artículos de Estatutos del Personal Académico de El Colegio de Michoacán) reciban el estímulo económico anual que les corresponde, en apego a la práctica consuetudinaria al interior del Colegio que se los ha otorgado de manera sostenida por varios años, calculados con instrumentos de evaluación transparentes por los profesores investigadores con quienes colaboran y avalados por los coordinadores académicos de los Centros. Todo esto sienta una conciencia de obligatoriedad en la comunidad académica para reconocer en su justo proceder el trabajo académico imprescindible que este personal desempeña para la realización de los proyectos de investigación, publicaciones y otras actividades de los profesores investigadores, reconocidos y estimulados en varias instancias” (Of. No. 097/XII-20/CER, Zamora, Michoacán, 02 de diciembre de 2020).

Las razones de la  Presidencia del Colmich

Aunque las autoridades reconocen su calidad de trabajadores: (b). Conforme a la cláusula 2, inciso K) del CCT los técnicos académicos y asistentes de investigación forman parte del personal académico y, en términos del artículo 7, fracción I, del Estatuto del Personal Académico, este personal realiza actividades de investigación científica, tecnológica y de innovación, objetan que sea posible cubrir el bono de productividad:
 

a). Existe el reclamo que debe otorgarse al personal técnico académico y asistentes de investigación la medida de fin de año y un bono anual de productividad. Sin embargo, el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) del personal académico APACOLMICH en ninguna cláusula establece la obligación de otorgar dichas prestaciones al personal académico. 

b). Conforme a la cláusula 2, inciso K) del CCT los técnicos académicos y asistentes de investigación forman parte del personal académico y, en términos del artículo 7, fracción I, del Estatuto del Personal Académico, este personal realiza actividades de investigación científica, tecnológica y de innovación. 
 

c). Los Lineamientos específicos para el otorgamiento de la percepción extraordinaria “medida de fin de año”, emitidos por el Titular de la Unidad de Política y Control Presupuestario SHCP en oficio No. 307-A.-2300, de fecha 26 de octubre de 2020, expresamente excluyen de esa medida al personal científico y tecnológico (numeral 4, inciso b). 

d). La cláusula 73 del CCT del personal administrativo establece que los trabajadores administrativos podrán recibir un estímulo por desempeño anual sujeto a evaluación y hasta 60 días de salario tabular, al que los sindicatos denominan “bono de productividad”; sin embargo, el CCT del personal académico no establece esta prestación para el personal académico; y, con apego a lo establecido en el artículo 353-Q de la Ley Federal del Trabajo las disposiciones de los contratos colectivos relativas a los trabajadores académicos no pueden extenderse a los trabajadores administrativos, ni a la inversa. 

 e). En fecha 3 de agosto de 2020, el APACOLMICH se desistió del emplazamiento a huelga por firma de Contrato Colectivo de Trabajo (Exp. III-894/2020); la cláusula sexta transitoria estableció el compromiso de llevar a cabo una revisión del EPA en un plazo de 180 días, los cuales vencen hasta el 03 de febrero de 2021, sin embargo, por la pandemia no ha sido posible sesionar para tal efecto. Es de resaltar que en días pasados ya se iniciaron las pláticas con el APACOLMICH con el fin de realizar la instalación formal de dicha comisión.  
 

f). El otorgamiento de estímulos para personal administrativo pactado en la cláusula 73 del CCT cuyo titular es SITRACOLMICH, constituye una expectativa de derecho donde el derecho que está en potencia porque su otorgamiento está condicionado a la existencia de recursos presupuestales autogenerados disponibles en la Entidad; advirtiendo que esta prestación no forma parte del sueldo y por ello no se trata de derechos adquiridos del personal administrativo, pues no están previstos en ninguna Ley.  

 g). El hecho que en el pasado se haya otorgado el estímulo al personal técnico académico y asistente de investigación fue porque se había considerado a éste como personal administrativo y no se había definido en ningún contrato colectivo de trabajo si este personal formaba o no parte del personal académico, pues es evidente que las prestaciones entre académicos y administrativos son diferentes. Sin embargo, ahora no existe ningún fundamento legal que permita extender el estímulo del personal administrativo al técnico académico. 

 h). En este contexto, el artículo 20 de la Ley Federal de Austeridad Republicana prohíbe otorgar privilegios económicos adicionales a los establecidos en la ley, conforme al siguiente texto: 

“Artículo 20. Los servidores públicos se sujetarán a la remuneración adecuada y proporcional que conforme a sus responsabilidades se determine en los presupuestos de egresos, considerando lo establecido en los artículos 75 y 127 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y demás disposiciones aplicables. Por ende, queda prohibida la obtención de algún privilegio económico adicional a lo establecido en la ley.” 

i). En todo caso, corresponde al órgano de gobierno de la Entidad la facultad indelegable de “decidir el uso y destino de recursos autogenerados” (Art. 56, fracción IV, Ley de Ciencia y Tecnología), motivo por el que la Entidad está impedida legalmente para comprometer o llevar a cabo la asignación de recursos autogenerados en el otorgamiento de bonos de productividad a los técnicos académicos y asistentes de investigación. 

El discurso formal del Dr. José Antonio Serrano Ortega, nuestro colega Presidente, ofrece  interesantes grietas : ¿por qué si es “legal” cubrir con estímulos a los profesores, desde enero hasta diciembre y no a los auxiliares  y técnicos? (en  profesores que ganan más no es un privilegio); ¿Por qué, a sabiendas, de que la inclusión de los estímulos en el contrato consolidaría ese concepto como un derecho con mejores expectativas de gestión ante Hacienda y Conacyt, lo omitió? ¿Por qué siendo importante prever y resolver esa prestación nunca fue posible -antes de hoy- discutir y resolver el tema en los estatutos de personal académico?

Vale recordar que uno de los puntos más discutidos entre la comisión de El Colegio y el SITRAColmich, fue el de técnicos académicos y asistentes; argumentar ahora que “no se había definido en ningún contrato colectivo de trabajo si este personal formaba o no parte del personal académico, pues es evidente que las prestaciones entre académicos y administrativos son diferentes” suena a razonamiento falso, capcioso.

Fracturas posibles

Parece  que la “comunidad colmichiana” no será más una familia bonita y feliz. Y eso no es bueno. Un riesgo real es perder la confianza en los dirigentes del Colegio.

No obstante, el Sitracolmich aspira  a la reconstitución del tejido social, a identificar lo que nos une y a repensarnos como trabajadores de la cultura y de la educación. Nada fácil, pero se sueña con una institución con menos diferencias sociales internas.

En este cotejo -un poco áspero- de ideas y de intereses también puede prosperar el cultivo que altos funcionarios colmichanos incuban: Sin sindicato teníamos margen  de maniobra para cubrir prestaciones…

Zamora, Michoacán, diciembre 4 de 2010

jseefoo@hotmail.com

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