POR ANDRÉS RESILLAS//
Qué lejano aquel día que entrevisté a Porfirio Muñoz Ledo y a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en el Centro de Convenciones, cuando ya se había declarado oficialmente la formación del Frente Democrático Nacional, que aglutinaba a amplios sectores de la izquierda de todo el país.
Todavía siendo gobernador Cárdenas Solórzano desafió al poder presidencial; es un inconforme por naturaleza y rebelde ante las injusticias.
Fue gracias a ese puñado de políticos que una buena parte del pueblo mexicano se sacudió el ostracismo político y declaró su malestar por la falta de democracia en México. Fue así como nació el Partido de la Revolución Democrática.
Hubo líderes generosos como el ingeniero Heberto Castillo, que acompañó a Cárdenas Solórzano y acordó con su Partido Mexicano de los Trabajadores adherirse al nuevo PRD. Yo presencié aquellos acontecimientos en los ochenta.
Dentro de La Voz de Michoacán había una división profunda. Todavía reinaba el culto al gobernante y los periodistas que peleábamos por la apertura informativa nos tachaban de perredistas. Muchos colegas que pasaron por La Voz quieren mucho la figura de Alejandro Sandoval, pero era un verdadero reaccionario. Con él tuve enfrentamientos ideológicos y más de una ocasión pidió mi salida.
Rogelio Guzmán Rodríguez supo interpretar el cambio político que se gestaba y dio apertura a los perredistas en las páginas de La Voz; cada rato el gobernador priísta Luis Martínez Villicaña lo llamaba a través de Guillermo Guzmán.
Eran días de impresionantes concentraciones del pueblo; la izquierda por fin había logrado atraer a las masas. Socialistas, trotskistas, marxistas, moderados, todos confluyeron en esa nueva corriente respaldada por una base social.
Después vinieron las elecciones de 1989 y Michoacán se bañó de sangre con la muerte de muchos perredistas, quienes defendieron en sus pueblos el proceso electoral. Michoacán se incendió y fue la cuna del perredismo.
Hoy a casi 30 años de aquellos sucesos, el pueblo, los militantes, sólo le sirven al PRD como escenario. El aniversario fue en un lugar cerrado porque ya no son capaces de llenar una plaza pública. El partido se ha convertido en una agencia de colocaciones del gobierno, sólo de unos cuantos.
Para la masa ciudadana perredista, los últimos 30 años fueron de esperanza y frustración; hoy el PRD se ha convertido en un grupo de tribus, de corruptos, donde cada quien lleva agua a su molino. Hay dirigentes que no se hablan, que pelean por debajo de la mesa. Cuauhtémoc Cárdenas y sus seguidores se cansaron de dar la lucha al interior para evitar que se distorsionara.
La falta de preparación política de muchos campesinos, trabajadores, obreros y ciudadanos en general los hace seguir fieles al legado perredista a pesar de que sólo han recibido reveses.
¿Valió la pena la cantidad enorme de muertos? ¿De sacrificios y de lucha contra el poder?
Hoy, yo ya no conozco al PRD. Sólo veo a sus dirigentes en autos de lujo, helicópteros y departiendo con la élite del poder. Pobre México.