OPINIÓN. LOS GOLPISTAS ESTÁN DE VUELTA EN BOLIVIA CON LA COMPLICIDAD DE LA OEA. Por el Porfr. Juan Pérez Medina.

Los milicos están de vuelta. La barbarie se asoma otra vez en el continente como si nada hubiéramos aprendido del pasado siglo, en que los militares asumieron por la fuerza el control de los gobiernos de la inmensa mayoría de los países de Latinoamérica.

Stroessner en Paraguay, Videla en Argentina, Bordaberry en Uruguay, Pinochet en Chile, Castillo Armas y Ríos Mont en Guatemala, Humberto Alencar Castillo en Brasil, Leónides Trujillo en República Dominicana, Fulgencio Batista en Cuba, Anastasio Somoza en Nicaragua y Hugo Banzer en Bolivia y, hoy nuevamente, se genera una ruptura constitucional encabezada por la oligarquía y el ejército boliviano, bajo el silencio cómplice de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Las fauces del monstruo han asestado un duro golpe a la democracia y a un pueblo que bajo la responsable conducción de su presidente Evo Morales, logró estabilizar la economía del país y mantenerla con el crecimiento más alto de la región. La oligarquía de ese país no lo pudo soportar, sobre todo viniendo de un indígena y se lanzó a la revuelta para destituir al presidente legal y legítimo de Bolivia.

Están de vuelta los mismos personajes, los golpistas de siempre, los que arrasaron en el continente con la oposición popular, los asesinos de Salvador Allende, los mismos que se hicieron especialistas de la tortura y la desaparición forzada, aquellos que limitaron las libertades democráticas e impusieron el “toque de queda” como medida para mantener el miedo y el control sobre los pueblos.

El golpe de estado en contra del gobierno de boliviano, es un golpe a la democracia y la legalidad y, sobre todo, en una nueva oleada de represión, tortura, sufrimiento y muerte de los hijos de ese heroico pueblo pluriétnico que es Bolivia. Pero también nos anuncia de la fragilidad de la democracia en los pueblos del continente y nos recuerda que, para fraseando al escritor Augusto Monterroso, el monstruo “aún está allí”, para dejarnos claro que es indispensable en el camino hacia la construcción de verdaderas democracias, el desmantelamiento del poder castrense y su sustitución por un ejército del pueblo, tal y como lo propusiera el general vietnamita Vo Nguyen Giap, en donde todos los ciudadanos se armen para la defensa del territorio de su país.

Cómo se sabe, este domingo pasado, el ejército de ese país solicitó al presidente su renuncia, ante un escenario de confrontación generado de manera artificiosa por la ultraderecha, con la biblia como el estandarte de su arremetida, dejando claro el carácter mesiánico de la actual convocatoria a la violencia, la desestabilización para concretar el golpe de estado-

Bien por el gobierno de México que de inmediato condenó el golpe, llamó a la OEA a reunión urgente ante su silencio cómplice y ofreció al presidente Evo Morales asilo político para salvaguardar su integridad física. Al mismo tiempo, dejó claro que nuestro país no reconocerá a ningún gobernante que no surja de la voluntad ciudadana a través de elecciones libres. Lo que deja claro que para el gobierno de México el presidente de Bolivia lo será, aún en el exilio, Evo Morales.

Al frente de la defensa de la legalidad en Bolivia. Cuba fue el primero en pronunciarse y condenar el golpe de estado. Así lo han hecho de manera posterior los gobiernos de Venezuela, Uruguay y el presidente electo de Argentina; así como el recién liberado Luis Ignacio Silva “Lula” y las organizaciones populares y revolucionarias del continente y de Europa y China.

Los pueblos del mundo estamos obligados a defender la democracia en Bolivia como un elemento vital para alejar cuanto antes la violencia y la usurpación de la voluntad popular y la afectación de las libertades democráticas. Hay que hacer que los militares regresen a sus cuarteles y no sean más un riesgo para la democracia y, sobre todo, para los pueblos en su derecho a autogobernarse.

El golpe en Bolivia representa el fortalecimiento de las fuerzas más retrógradas en el continente. Las mismas que han intentado hacer caer al gobierno legítimo de Venezuela, los que están promoviendo el someter a proceso al expresidente Rafael Correa, tal y como lo hicieran con Lula en Brasil. Es pues, la oligarquía que ha regado de sangre, sudor y lágrimas el territorio latinoamericano y que aquí en México se expresa en la derecha panista y los poderes fácticos que a diario atentan contra la 4ª. Transformación.

 

 

 

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