OPINIÓN. OTRA VEZ GANÓ MORENA, PERO GRACIAS AL PRESIDENTE. Por el Profr. Juan Pérez Medina

Este domingo se llevaron a cabo elecciones en 6 estados del país. En dos de ellos, Puebla y Baja California Norte, se elige al gobernador y en el resto de ellos los ayuntamientos (Durango, Aguas Calientes) o el congreso local (Tamaulipas y Quintana Roo). Son las primeras elecciones que enfrenta el partido de morena con el gobierno federal en sus manos y, para el PRI y el PAN como oposición ante el presidente que los arrasó el primero de julio del año anterior.

De acuerdo con los resultados el PAN pierde los dos estados donde se eligió gobernadores y, en contra partida, morena los obtiene con una ventaja significativa, tal y como se esperaba. Si la derecha panista perdió dos estados donde gobernaba, valga decir a su favor que retuvo los congresos de Tamaulipas y Quintana Roo y ganó Durango, la capital del estado que tenía el PRI, que no levanta cabeza.

Una característica importantísima de estas elecciones es que los ciudadanos las desdeñaron al no salir a votar en la abundancia con que lo hicieron el primero de julio del 2018. Esta vez los porcentajes de votación apenas rondando los 35 puntos en una elección que no concitó el interés de los electores, patentizando con ello el hartazgo al sistema electoral y, sobre todo, a las campañas electorales.

También deja claro que no es lo mismo morena y sus candidatos locales que la enorme fuerza y popularidad del presidente de la república, dejando claro que, sin Andrés Manuel López Obrador gobernando el país, los triunfos de Puebla y Baja California Norte no hubieran sido posibles, confirmándose que la victoria de morena en esos estados se debe al fenómeno que significa el presidente.

Más allá de los resultados. Observando lo frío de los números, morena sigue creciendo en entidades en donde antes carecía absolutamente de presencia, como ocurrió en Aguas Calientes, Tamaulipas y Durango, donde se ha colocado como la primera minoría, con lo que confirma que existe una tendencia importante que crece a pesar de lo que morena es: un partido joven, sin estructura y dado a asumir como sus candidatos a quienes, hasta hace poco eran sus adversarios. Un partido sin estructura de base firme y propia, que compite con los morenistas más fieles y la estructura que los propios candidatos construyen.

Atrás quedan y muy lejos el anteriormente todo poderoso PRI y el PRD que incluso de ha visto superado por el MC y el PVEM. Pero ninguno de ellos pierde su registro y, habría que decirlo, han sobrevivido a una elección en donde se esperaba un hundimiento mucho mayor y a morena con mucha más contundencia.

Y es que las decisiones para elegir los candidatos en morena no fueron de lo más pulcro y dejó a muchos de sus más leales militantes al margen del proceso; y los candidatos mismos ya en campaña no fueron liderazgos que lograran favorecer el voto para el partido. Así las cosas, de no haber sido por la enorme popularidad del presidente, otro gallo nos cantara.

Para los panistas y priistas los resultados son los últimos con la actual tendencia. Apuestan a que, en las elecciones intermedias, ellos habrán recuperado terreno y morena lo habrá perdido. Apuestan a los errores del presidente y a los malos desempeños de quienes gobiernan con él, tanto en la federación como en las entidades y municipios.

Lo segundo creo que es muy posible, pero no creo que en cuanto a la popularidad de AMLO los partidos tradicionales puedan levantar sus expectativas. Incluso auguro otra aplastante derrota de la derecha, pues el presidente ira en las boletas para la revocación de mandato, lo que hará que los candidatos de morena se vean altamente beneficiados.

AMLO ha descollado a pesar de la campaña en contra que actúa de manera permanente ante cualquier paso que éste dé. En lo que va de su gobierno ha sumido tareas históricas a favor del pueblo de México que muchos todavía no entendemos y que aún no alcanzan a concretarse en sus resultados, pues forman parte de un proceso de desmonte de un régimen de gobierno corrupto y ambicioso, cuya constante fue el saqueo y la impunidad. Enumerarlas una por una aquí no es la intención, aunque no resultaría nada ocioso. Pero hay que destacar el

trabajo para rescatar PEMEX de una debacle que la condujo casi a la quiebra total. El anuncio el pasado domingo del inicio de la construcción de la séptima refinería en Dos Bocas, Tabasco, va en la intención de volver autosuficiente al país en producción de petróleo y gasolina, pues el 80% de ella se compra en el exterior. Salvar al sector energético es la tarea más estratégica que tenemos hoy los mexicanos, sin dejar de lado la necesidad de sustituir la producción de hidrocarburos por energías renovables. Junto con esta enorme tarea, incluso por arriba de ella, está la determinación de acabar con la corrupción, evitar el dispendio y promover el ahorro en el gasto.

Determinaciones como la de bajar los sueldos, eliminar los gastos superfluos, la renta y compra de vehículos de lujo, combatir el intermediarismo y eliminar de la nómina a quienes son innecesarios o sólo cobran sin hacer nada, son loables para sentar las bases de lo que podrá ser a mediano y largo plazo las bases de una sociedad moralmente responsable. El presidente no se cansa de repetir que el fin de la corrupción es estratégicamente fundamental para sacar al país adelante. Y se ha puesto por delante al bajarse el sueldo y obligar a los demás a ganar por debajo de su salario. ¡El buen juez por su casa empieza!

Sí en estos rubros hay ya varias perlas que presumir, en cuanto a la construcción de la democracia se están dando pasos muy importantes para que en un futuro contemos con una verdadera división de poderes que le garantice al país el pleno ejercicio democrático de sus derechos ciudadanos, generando los equilibrios necesarios para una vida social plena y celosa del cumplimiento cabal de los derechos universales del hombre.

En cuanto a la relación con el gobierno de los Estados Unidos AMLO ha demostrado una sagacidad extraordinaria y, ante las acusaciones rabiosas y fuera de lugar de Trump ha respondido con precaución, pero de manera firme y digna, poniendo por delante el interés nacional y alejándose de los exabruptos y las provocaciones del presidente norteamericano.

Hoy ha triunfado morena y lo volverá a hacer, gracias al desempeño del presidente, pero eso es la gran debilidad del partido en el poder: su enorme dependencia del presidente y eso no es bueno.

Por eso urge construir el partido de morena. Darle un funcionamiento dinámico y de acompañamiento político de quienes nos gobiernan y son de morena, ya sea para estimular su desempeño, ya sea para poner los puntos sobre las íes cuando dejen mucho que desear frente a las exigencias del pueblo que los votó.

Solo así tendremos una herramienta de lucha capaz de incidir de manera correcta en las determinaciones políticas que hay que asumir y, sobre todo, en las acciones que hay que llevar a cabo para garantizar los cambios que reclama la sociedad y que contiene el programa de acción que el partido se ha planteado y del cual emanó el proyecto de nación de la cuarta transformación.

No falta mucho para renovar las estructuras del partido de cara a las elecciones intermedias de 2021 y, en nuestra entidad, para renovar los 112 ayuntamientos, el congreso local y la gobernatura del estado. Sólo con un partido de hombres libres, fuerte y bien organizado ganaremos la elección a gobernador que se avecina y hundiremos mucho más a la oposición de derecha que padecemos. De nosotros depende de que no nos equivoquemos. Dar vida y cabida a lo que ya conocemos que no funcionó será alta traición. Cuidemos el proceso en puerta para elegir a nuestros dirigentes y cerrémosles el paso a los tránsfugas de la política tradicional de la cultura priista.

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