POR ANDRÉS RESILLAS
El asesinato de David Otlica Avilés, el joven alcalde y profesionista de Nahuatzen fue el detonador de la violencia en ese municipio, donde priva una profunda división y encono entre sus habitantes.
Las tres tenencias decidieron aislarse y la cabecera municipal está fracturada entre quienes apoyan a un Consejo Ciudadano que desde hace años mantiene la toma de la presidencia municipal y aquellos que prefieren el sistema de partidos.
Ayer, al enterarse de la muerte de David Otlica, sus seguidores salieron a las calles de Nahuatzen en son de reclamo y justicia, pero también con el fin de enfrentar a los seguidores del Concejo ciudadano.
Se explotaron bombas molotov y se agredieron con palos y piedras. Tuvo que intervenir la fuerza pública para calmar la situación. Ahorita, virtualmente, no hay gobernabilidad en esa localidad.
Los simpatizantes del alcalde muerto culpan a los miembros y seguidores del Concejo Ciudadano del asesinato de su edil.
La violencia puede surgir otra vez, ya que la cabecera municipal es el centro de la disputa; mientras que las tenencias de Sevina y Arantepacua se mantienen al margen; no quieren saber nada del gobierno municipal.
El Congreso del Estado y el Poder Ejecutivo tienen la responsabilidad de regresar la gobernanza a Nahuatzen; de conciliar intereses por muy divergentes que sean. Los enfrentamiento pueden resurgir en cualquier momento.
Ni siquiera la Iglesia podrá ser mediadora, pues desde hace mucho tiempo ya tomó partido en ese conflicto social.