Con la aprobación de la reforma energética en diciembre del 2013, el PRI y sus aliados entregaban el último y más importante vestigio de soberanía que aún nos quedaba y que había sido por más de 100 años una irresistible tentación para las grandes trasnacionales petroleras.
Desde la llegada de Miguel de la Madrid a la presidencia de México a principio de los 80,s, dio inicio una estrategia globalizadora fraguada desde los Estados Unidos, con el único propósito de apoderarse mediante políticas de mercado (no bélicas) de la riqueza de sus vecinos más estratégicos, favorecido por la geopolítica aplicada como herramienta de conquista y disuasión.
Es preciso referir que en 1923 se firmaron los tratados de Bucareli, cuando Álvaro Obregón requirió recursos para combatir a Venustiano Carranza y los tomó de petroleros norteamericanos comprometiendo al país a no desarrollar ninguna industria petrolera, bélica, aérea o marítima por el término de 75 años; estos nunca han sido dados a conocer por el gobierno de México pero sí fueron publicados en 1958 por los Estados Unidos, quizás ahora se entienda porque nunca había recursos para modernizar la infraestructura de Pemex o para construir más refinerías o las razones por las que hasta los narcos tienen submarinos y el gobierno no. ¡De carcajada!
Parece que todo este proceso de entreguismo de nuestra soberanía responde al cumplimiento de estos tratados, aderezado de aspiraciones siniestras de los gobiernos locales en turno, por los grandes negocios que significaba transferir, entregar, aperturar o enajenar (como usted quiera llamarle) a sectores estratégicos de nuestro país a grandes consorcios nacionales o extranjeros, que siempre respondían a intereses de familias aristócratas empoderadas política o económicamente , a partir de ahí cada presidente le pondría un clavo al ataúd.
Les bastó 36 años a los 6 presidentes globalifílicos privatizar los servicios y gran parte de nuestros recursos naturales; se privatizaron bancos, ferrocarriles, telecomunicaciones, carreteras, complejos turísticos, etc., ya por último el sueño dorado de los gringos: nuestro petróleo. Lo que significa que este tratado está siendo aplicado sigilosamente y con otro nombre “neoliberalismo”.
Después de logrado el objetivo y luego que su alfil no levantó, desapareció del tintero de los norteamericanos el nombre de los predilectos y ahora su prioridad sería quien les garantizara estabilidad social, y, ese servicio tan cotizado, les quedaba claro que ya no podía otorgárselo el PRI; a fin de cuentas ya nos habían quitado la tanga negra de alta lencería; ya no había problema por el nombre del presidente, siempre y cuando no revirtiera la reforma energética y tranquilizara a la gente.
Ocuparse de un presidente que administra problemas y miserias ya no es importante ni atractivo para los gabachos, ahora solo cuidarán que se respeten los tratados comerciales, las reformas constitucionales hechas a modo y los protocolos de la diplomacia internacional ; parece que eso Marcelo Ebrard lo está haciendo bien, incluso se ha visto hasta cooperativo en el tema de los migrantes y tratará de mantenerse en el centro en el caso de Venezuela , hasta donde lo permita el estado de ánimo de Donald Trump porque tampoco querrán provocarlo. Lo demás es lo de menos.
En la reforma energética no hay marcha atrás, de eso estoy cabalmente seguro; los norteamericanos son implacables cuando pretendes arrebatarles sus conquistas, si Francia fue capaz de invadirnos por unos pasteles, imagínese usted si USA no lo haría por petróleo, si un buen día se le ocurriera decir al presidente que las compañías que invirtieron en exploración de yacimientos se vallan al carajo, con seguridad nos invaden o nos aplican embargos comerciales leoninos como a cuba y Venezuela, lo que con seguridad colapsaría nuestra economía y el sexenio de López Obrador se acabaría en unas horas. Ejemplos de estos son por el mundo conocidos.
México está ante la incapacidad de hacerse cargo de los 40 millones de mexicanos radicados en ese país y de quedarse sin los miles de millones de dólares de las remesas, con ese simple hecho nos revientan ya sin pormenorizar los enormes intereses comerciales del Tratado de libre comercio.
En contrasentido la reforma energética fue un despojo que como mexicanos no supimos o no quisimos defender a tiempo; Enrique Peña Nieto tenía prisa y fue muy sagaz desde el mismo inicio de su gobierno cuando convocó a las diferentes fuerzas políticas a signar el cacareado pacto por México, que fue el inicio de muchos encuentros posteriores que formaron parte de su estrategia de cabildeo bien calculada para lograr los obligados consensos y aprobar su paquete de reformas constitucionales.
La reforma energética de EPN fue el cierre de pinza de una obra que durante décadas se estuvo ideando por quienes formaron parte de un siniestro entramado político que desde el poder público lograron cristalizar utilizando los recursos del estado, a los medios de comunicación y a la enajenación del pueblo, con el único propósito de enriquecerse.
La ambición desmedida de poder empujo a muchos gobiernos a corromperse sin importar atropellar los derechos de los mexicanos, el neoliberalismo en México , es y sigue siendo el principal hilo conductor de la derecha a través del cual pretende borra nuestra cultura y parte de nuestra historia contemporánea, que con mucho esfuerzo se construyó con la vida y sacrificio de mexicanos valientes, hay que decir que el petróleo fue una conquista de nuestra revolución que bien supo interpretar el General Lázaro Cárdenas del Río y logró cristalizarla con inteligencia, valentía y aplomo aquel 18 de marzo de 1938. A 81 años de esta gesta histórica ¿tendremos algo que celebrar?