OPINIÓN. EL PROYECTO POLÍTICO SINDICAL, UN BALANCE NECESARIO. Por el profesor Juan Pérez Medina (CUT-MICHOACÁN)

Dura está siendo la confrontación de las diversas posiciones al interior de la Sección XVIII de la CNTE, sobre todo en las redes sociales. Fuera de toda lógica docente, los protagonistas de estas batallas mediáticas (y de otro tipo), han denigrado lo que podría ser un debate en serio, crítico y propositivo, al utilizar las descalcificaciones propias de aquellos que diciendo defender al movimiento magisterial democrático se han dedicado a hundirlo por años.

Descalificaciones como las que ya hacen de algunos elementos destacados del CES los posibles candidatos de Gobernador Aureoles para ocupar la dirección seccional, o como aquella de que de nada sirvió la jornada de lucha que acaba de terminar, más que para que los dirigentes utilizaran al magisterio en paro para llenarse las manos de millones de pesos sin prueba alguna, generando con ello especulación, malestar y pasividad.

En virtud a lo anterior, creo conveniente, qué a la luz de lo que hemos sido y a nuestras acciones, se vaya clarificando entre nosotros el estado que guarda el desarrollo del Movimiento Magisterial desde sus inicios hasta la fecha, con la finalidad de asumir responsablemente las actitudes que cada uno de nosotros debe asumir ante las actuales circunstancias y de cara a lo que será la renovación de los órganos de dirección seccional; de tal forma que nos permita asumir autocríticamente nuestros errores y aciertos y configurar una nueva perspectiva que dé continuidad a nuestra lucha en pos de los objetivos que nos hemos impuesto.

Esto debemos hacerlo considerando que las condiciones ya no son las mismas que se tenían antes del primero de diciembre, fecha en que el nuevo gobierno, encabezado por Andrés López Obrador tomó posesión; con lo que se abre un panorama inédito para la CNTE y, por tanto, para el magisterio de la Sección XVIII del SNTE-CNTE. De esta manera, el MBTEM podrá encauzar sus esfuerzos de manera unitaria, fortalecido y pujante, ante las nuevas circunstancias.

En este documento se pretende realizar un crítico balance de cada una de las seis tareas que integran el Proyecto Político Sindical (PPS), desde nuestra perspectiva, sin negar que hay otras visiones y voces más autorizadas que pueden mejorar con mucho lo que aquí se intenta plantear. Comencemos pues, por la primera de las tareas y, semana con semana, continuaremos con las demás, hasta llegar a las conclusiones.

1. Restituir el poder a la base

Los sindicatos “charros” tienen un funcionamiento altamente vertical en donde los trabajadores son objeto de control y manipulación a través de diversas formas de sometimiento. Siembran la idea de que la gestión es un favor y que ésta debe ser recompensada con la lealtad absoluta a sus determinaciones. Así, los cambios, promociones, contrataciones, otorgamiento de un crédito, etc., es un servicio que sólo se puede otorgar a cambio de lealtad, además de otras cosas como dinero, comidas en restaurantes de lujo, trabajo de vigilancia y denuncia sobre sus adversarios, impulso a sus iniciativas e, incluso, a cambio de favores sexuales, en el caso de las mujeres. Utilizan la represión y el aislamiento de aquellos que no se disciplinan, llegando a impedir el uso de sus derechos cuando les asisten, y hasta a sacarlos del servicio, levantando actas administrativas en su contra. No existen mecanismos que permitan la participación de la base. Los acuerdos son cupulares y mantienen a los agremiados lejos de los asuntos primordiales en torno al sindicato y sus demandas laborales y sindicales. Son altamente antidemocráticos y ajenos a promover las decisiones de base. Su compromiso es con el patrón. Un ejemplo claro de lo anterior es la sujeción de la dirigencia de Juan Díaz de la Torre a las decisiones de Peña Nieto, en donde se convirtieron en promotores de la reforma educativa neoliberal.

Si bien habíamos avanzado en la tarea del empoderamiento de las bases en la Sección XVIII, esto ha venido perdiendo terreno desde hace años, convirtiendo el quehacer sindical en un elemento de simulación. Las estructuras creadas para hacer que la base permanentemente discuta, analice, proponga y actúe informadamente, fueron perdiendo su fortaleza y degradando su rol protagónico al grado de casi perder sentido. Poco a poco, las bases se fueron alejando de las asambleas delegacionales, regionales e incluso de los plenos. Esto ha ocurrido por varias razones. La primera es el hecho de que desde la dirección se insistió en avanzar más rápido de lo que la propia base trabajadora podía. Hubo saltos que casi fueron al vacío. Ideologizar la lucha en momentos

en que los trabajadores apenas se descubrían con derechos fue un paso que dejó en el abandono a varios de aquellos que por mucho tiempo estuvieron ligados al PRI y sus prácticas por medio del SNTE o que fueron siempre subordinados a los caciques sindicales locales, eran trabajadores de aula sin perspectiva social, apegados a la propia naturaleza de su rutinaria labor. Por otro lado, a la toma de acuerdos de base se les fue imponiendo la idea de que la discusión de los trabajadores en sus instancias debía partir de la orientación que el CES diera. Así, la riqueza de las opiniones de los maestros de base se fue frenando y limitando, hasta lograr burocratizar las instancias de toma de decisiones. La correa de trasmisión de propuestas fue invirtiéndose y haciéndose vertical, al grado que en muchas delegaciones se acabó aceptando que no era necesaria discusión alguna y que estaban a lo que el CES dijera.

Burocratizar las instancias de toma de acuerdo acabó debilitándolas al grado de que eran muy pocos los que veían atractivo formar parte de la representación sindical, dejando ese espacio a personajes cuya aportación real era casi nula, limitándose a asistir a las reuniones del CES, plenos, marchas y plantones, pues eran incapaces de realizar tareas políticas por su cuenta. Lo más grave fue que al perder los cargos sindicales el interés para los trabajadores, éstos fueron asumidos por personas sin compromiso con nuestros principios, quienes llegaron a los cargos para desde ahí beneficiarse de forma directa e indirecta. No pocos de los secretarios generales, representantes de centros de trabajo y dirigentes seccionales, no han tenido empacho en beneficiarse del cargo que ostentan y su relación con los altos dirigentes y autoridades educativas. El principio aquel del Congreso de Uruapan de 1989, que mencionaba que mientras estuvieras en el cargo sindical no se podría ser sujeto de beneficios para sí y sus familiares, fue abandonado con el paso de los años. Estas ligerezas en el accionar del movimiento sindical trajeron como consecuencia natural de vuelta el crecimiento de la corrupción sindical entre nosotros, favoreciendo cambios, ascensos, el que se hereden las plazas sin importar que el propuesto no cubriera el perfil profesional. No existe cuantificación, pero el daño por esta medida es enorme para el sistema educativo.

En este camino, se abandonó la verdadera formación de cuadros y educación de la base. Los trabajos que en un principio se realizaron fueron convertidos en referencia de éxito sindical y no en una verdadera generación de nuevos cuadros apegados a los principios éticos del Movimiento Magisterial. Lejos queda aún el compromiso del magisterio para asumir como tareas fundamentales la recuperación y democratización del SNTE y convertirlo en una verdadera herramienta de los trabajadores. Más lejos aún, queda el compromiso para participar activamente en las tareas nacionales junto con el pueblo y de manera independiente del estado. En ambos casos, nos gana el interés inmediatista, gremialista. Se lucha por nuestro interés particular y se abandona la lucha unitaria, solidaria con otras organizaciones del pueblo. Se reacciona ante las consecuencias, pero no se atienden las causas que las generan. Existen evidencias bastas sobre este particular. Convocamos a los padres de familia a nuestra lucha, pero poco nos comprometemos con la suya, mucho menos con los de la comunidad en donde se encuentra la escuela.

En la lucha de otros sindicatos en paro o en huelga, nuestra solidaridad nunca aparece, pero sí convocamos a que se apoye la nuestra. Existe muchísima tinta sobre este particular, pero pocas evidencias. En la lucha contra el gasolinazo, por la defensa de la Loma, de los aumentos al agua, al predial, a los impuestos o contra el reemplacamiento siempre hemos estado ausentes. Ausentes nos hemos visto cuando los trabajadores de la salud han estallado sus protestas o cuando las han hecho los trabajadores del estado. Existe una relación de nuestra dirigencia con estos entes, pero no hay verdadera solidaridad. Esa ausencia es por nuestras condiciones de medianía económica y social en relación con otros trabajadores y la falta de una verdadera formación sindical de nuestros compañeros que los aleja de la adquisición de una conciencia crítica y de clase, las cuales promueve y exige nuestro PPS. Sí las instancias de discusión y toma de acuerdos de la estructura sindical no se rescatan del desinterés y el burocratismo, el Movimiento continuará la tendencia actual de alienación política. Una consecuencia inmediata es lo que hoy ocurre entre nuestros compañeros. Desinformados, desinteresados, ignorantes, terminan asumiendo actitudes de simulación y de acompañamiento de las peores practicas del neoliberalismo como el consumismo, el egoísmo, las acciones por conveniencia personal, el pasar sobre los derechos de otros, etc., como elementos fundamentales de la práctica sindical, que muchos trabajadores ven como si fueran normales.

Es necesario generar una propuesta de escuela sindical que se estructure en todas las regiones, sin dogmas y sin prejuicios. Atendida por compañeros calificados y de alta formación ética y política. Esto haría posible que la lucha sindical se sustente en los maestros y no cualquier maestro, sino uno informado y consecuente. La lucha es ciencia y planeación y reclama de todos, la formación sindical y político-social, además del compromiso pedagógico y laboral. Elevar el conocimiento y la consciencia de nuestros compañeros nos garantizara una verdadera democratización sindical y el pleno ejercicio de las bases.

El poder sindical no puede, ni debe estar en manos de la dirigencia. Dar cuentas permanentemente a las instancias y mantenerlas informadas puntualmente de lo que se hace, es base para que desde las escuelas los maestros actúen.

El gremialismo, la verticalidad, la escasa información y la falta de estrategias para la efectiva formación de cuadros y educación de las bases, son hoy elementos cuya ausencia denota un ejercicio sindical alejado de los objetivos del Proyecto Político Sindical.

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