LIBRE EXPRESIÓN…AMLO: SEÑALES PELIGROSAS Por: Carlos Alberto Monge Montaño.

“El Estado soy yo”… Luis XIV (1638 – 1715). Rey de Francia.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha mandado señales que resultan peligrosas para la vida democrática, institucional y de libertades que se han conquistado lentamente en el país y que incluso, no terminan de ser plenas y ejemplares.

Durante su larga oposición, campañas proselitistas, la construcción de su organización social hoy convertida en el partido político Morena y ya como Ejecutivo federal, ha expresado cualquier cantidad de contradicciones y justificaciones, pero lo más grave, es que parece convencido de ser un inmaculado, con la calidad moral y sabiduría, para “impartir justicia”, según su percepción.

Guardando toda proporción, parece que la frase “el Estado soy yo” que se le atribuye al rey de Francia, Luis XIV, recobra vida en un López Obrador que también parece renuente a aceptar siquiera una recomendación, mucho menos algún antagonismo ante lo que propone, a grado tal que sus más cercanos colaboradores prefieren justificar las contradicciones de su jefe y ponerse en evidencia, antes que llevarle la contra.

En aquellos años del absolutismo monárquico europeo o la autocracia radical, como lo refiere Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política, significa que “el gobernante encarna al Estado, que su voluntad es la ley suprema y que resume en su persona todos los atributos y potestades estatales”.

Claro que momentáneamente suena exagerado hacer una comparación con lo que sucede actualmente en México, pero, insisto, hay señales que deben tomarse en cuenta para que nadie se diga sorprendido.

Hagamos un poco de historia. Andrés Manuel López Obrador fue insistente en que con él habría rendición de cuentas y más de alguna vez advirtió que iría contra los ex presidentes de México. Luego dijo que siempre no, porque no hay cárceles suficientes y después aceptó someterlo a consulta para que sea el pueblo “bueno y sabio” el que decida.

Durante su campaña, se cansó de decir que cancelaría la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México para detener la corrupción y castigar a los responsables. Luego comprometió que muchos de los involucrados en la construcción de ese aeropuerto en Texcoco, participarían en la edificación del que su administración propone en Santa Lucía. Para colmo, hasta el momento no hay nada de sanciones, ni abundan las denuncias por la famosa corrupción.

La tragedia de Tlahuelilpan también pone de manifiesto cómo López Obrador, en función de su percepción, generaliza un perdón a ciudadanos impregnados de presuntos huachicoleros y justifica que si roban, es porque son una consecuencia de gobiernos corruptos anteriores, entonces los premia con el reparto de miles de millones de pesos.

Otra manifestación de su particular “impartición de justicia” tiene que ver con la Sección XVIII de la CNTE y su bloqueo a las vías del ferrocarril en Michoacán, argumentando que pese a lo que la ley federal estipula, no reprimirá a los profesores porque se manifiestan con razón y en resumidas cuentas, que todo es culpa del gobierno estatal. Sin embargo y concediendo que tiene razón en culpar a la administración de Silvano Aureoles, lo cierto es que liberar las vías férreas es directamente su asunto y su gobierno no ha movido un dedo, pese a las afectaciones que ya alcanzan buena parte del país.

Finalmente vale recordar que en una franca contradicción a su discurso cuando fue opositor, ahora no tuvo empacho en poner a un Fiscal Carnal, Alejandro Gertz Manero y en la terna que recién mandó al Senado para elegir a quien ocupará la vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las tres propuestas son emanadas de las filas de Morena y una de ellas, Yasmín Esquivel Mossa, es esposa de José María Rioboó, asesor de López Obrador en el tema de la cancelación del aeropuerto de Texcoco.

Por cierto, tampoco cumplió la austeridad en el reparto de los millones del erario a los partidos políticos, seguramente porque Morena lleva mano y sus tres hijos mayores lideran ese negocio familiar en Ciudad de México, Estado de México y Tlaxcala.

Y no son todas las señales, pero parecen suficientes para evidenciar que el actual Ejecutivo Federal tiene un poder no sólo sustentado en la presidencia y el Congreso de la Unión donde tiene mayoría, lo peligroso radica en la fe ciega que le profesa aún buena parte de los mexicanos que acabaron hastiados de los malos gobiernos panistas y priistas, pero sobre todo, la de sus más cercanos colaboradores y todos aquellos legisladores, que más allá de cuidar los intereses del país, están preocupados por justificar y cuidar al personaje que los tiene viviendo como virreyes gracias al dinero público.

Insisto, son señales a considerar. Es peligroso que tome decisiones en función de su percepción y haciendo a un lado la ley y las instituciones. Suena complicado que decida en función de encuestas sin ningún rigor y compre con el erario lo que juzgue pertinente, sin licitación de por medio.

Para como están las cosas en este país, difícilmente se puede confiar a ciegas en alguien; así que más vale poner cuidado en las señales peligrosas para luego no sentirnos engañados, en especial los pensantes, que sí los hay, que acompañan a López Obrador en su Cuarta Transformación.

Y sin embargo, en un sentido elemental de esperanza, espero estar totalmente equivocado.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias. cmongem@hotmail.com

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