OPINIÓN: LA CNTE Y LA DISPUTA POR LA DIRECCIÓN NACIONAL DEL SNTE. Por Juan Pérez Medina

La CNTE nació como una alternativa al “charrismo” sindical en el SNTE. En 1979 –cuando nació- se propuso democratizar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación para convertirlo en lo que debe ser: una herramienta de lucha para lograr el bienestar de los trabajadores.

Muchas batallas ha dado la CNTE desde entonces en contra de la antidemocracia y la represión. Ha padecido amenazas, golpes, encarcelamientos, desapariciones y asesinatos de muchos de sus miembros en sus casi 40 años de existencia. Ha librado grandes batallas locales en varias secciones sindicales como Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Guerrero, Tlaxcala, Zacatecas, Hidalgo, Morelos y en las secciones de la Ciudad de México; pero también ha generado cientos de movilizaciones y plantones en la capital del país, que le han dado su carácter nacional y la han convertido en la antítesis de lo que ha representado el CEN del SNTE, quien siempre ha actuado como apéndice del gobierno y en contra de los intereses de los trabajadores de la educación. Nació combatiendo el cacicazgo de Carlos Jongitud Barrios y a su caída el de Elba Esther Gordillo Morales.

Durante el terrible sexenio de Enrique Peña Nieto la CNTE enfrentó a Juan Díaz de la Torre, quien ante la detención y encarcelamiento de Gordillo se hizo cargo del SNTE, promoviendo entre los maestros la nefasta reforma educativa promulgada el 25 de febrero de 2013, como parte de los acuerdos contenidos en el “Pacto por Mëxico”.

Siempre ha sido duramente atacada por los gobiernos en turno; ya sean priistas, ya sean panistas, ya sean perredistas; pero ha sido en los años de gobierno de Peña Nieto cuando la CNTE sufre la peor ofensiva de su ya larga historia de lucha. Y, aunque fue muy desigual la confrontación y muy duros los golpes recibidos, la Coordinadora sobrevivió a la feroz campaña en su contra, que no fue institucional solamente, sino que estuvo, principalmente, orientada por la alta burguesía del país, a través de la organización proempresarial “Mexicanos Primero”.

Desde 1989, ha sido la CNTE quien de manera digna y decidida ha levantado las demandas de los agremiados al SNTE impidiendo que las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores no sean completamente precarizadas. A pesar de que las respuestas a los logros alcanzados por los trabajadores de la educación se han anunciado a través de la representación oficial del SNTE, ellos se deben a la lucha permanente y constante de los maestros en lucha aglutinados en la CNTE, quienes han mantenido una férrea disputa política en contra de la ofensiva antisalarial, antilaboral y antipedagógica de los gobiernos neoliberales.

Ha sido la terquedad, la determinación y la resistencia organizada de los contingentes de la CNTE los que derrotaron la implementación de la reforma educativa, que ya sin Peña Nieto y el PRIAN será derogada en este nuevo gobierno que comienza el primero de diciembre.

En su lucha por democracia sindical, la CNTE ha logrado diversificar su presencia en todo el país y ha visto crecer su membresía en las otrora inexpugnables secciones sindicales del norte del país, en donde los maestros han levantado la voz señalando a sus dirigentes como traidores y levantando una disidencia a favor de la Coordinadora. La consigna que dice “de Chiapas a Sonora, con la Coordinadora” es ya una realidad innegable que preocupa cada día más a los “charros” del SNTE y, sobre todo, al propio gobierno.

Hoy, en este nuevo contexto nacional, con el “charrismo” dividido entre Gordillistas (maestros por México) y el SNTE de Peña Nieto, (representado por Cepeda Salas, ante la renuncia de Juan Díaz de la Torre), la CNTE no puede renunciar a la oportunidad de derrotar en la próxima elección de la dirigencia nacional a estos traidores y entregar a los trabajadores de la educación su sindicato. En mi particular opinión, la CNTE debe desafiar -como ya lo ha hecho en otros momentos- el control del SNTE y sus estructuras caciquiles locales, para hacer avanzar la fuerza

liberadora de las bases y lograr un amplio movimiento nacional que le otorgue las condiciones para conquistar finalmente la dirección nacional del SNTE. Debe dejar clara su posición de fuerza y emerger en este momento como el verdadero interlocutor de los trabajadores de base y exigir su preponderancia en la preparación de la elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional del SNTE bajo condiciones que por primera vez estén lejos de las viejas formas de control de gente como Elba Esther Gordillo, quien prácticamente se considera otra vez la lideresa del sindicato.

Debe hacerlo reconociendo a los adversarios, a sabiendas de lo que son y representan, y de que intentarán en todo momento salirse con la suya utilizando todas las mañas que les conocemos. Así se ganó la Sección 7 de Chiapas, la 9 de la Ciudad de México, la 22 de Oaxaca y en 1995, la XVIII de Michoacán. Ha sido en su terreno y con su legalidad y venciendo todo el costal de mañas que se cargan.

Pero hoy las condiciones son diferentes porque la CNTE tiene la posibilidad de intervenir de manera directa en la defunción de las reglas, los tiempos y la vigilancia del proceso. Sabedores de lo que ellos son, la CNTE tiene la oportunidad de plantear al nuevo gobierno el papel de garante de las negociaciones para resolver la Convocatoria Nacional bajo condiciones inéditas. A fin de evitar que el “charrismo” meta las manos, la CNTE puede solicitar al INE o a una institución neutral como la UNAM o el Politécnico Nacional, que se conviertan en el árbitro electoral responsable de llevar a cabo con independencia la elección de la nueva dirigencia.

La elección se llevaría a cabo en cada delegación sindical mediante urnas y garantizando el voto directo y secreto, sin amenazas, ni chantajes.

La CNTE debe solicitar igualdad de condiciones en el proceso previo, en el momento y después del congreso. Debe contar con los recursos, la autoridad y las libertades que tendrán las otras fuerzas para realizar las labores de proselitismo entre la base sindicalizada y para la toma de decisiones. Por ello en el proceso de los acuerdos esto debe quedar claramente establecido. Una condición sería que los recursos propiedad del sindicato no fueran utilizados en el proceso electoral del que hablamos.

La posibilidad de un triunfo electoral de la CNTE en un proceso electoral democrático genera muchas expectativas en propios y extraños, fortaleciendo la posibilidad de hacer que la elección nacional de la dirigencia se convierta en una tarea de todos los sindicatos independientes y las organizaciones populares, con la finalidad de que el nuevo comité ejecutivo nacional sea el resultado del esfuerzo de los trabajadores de la educación fundamentalmente, pero además, de todos los trabajadores y organizaciones en lucha.

El triunfo de la CNTE nos conviene a todos. En esta empresa se podría contar con trabajadores universitarios, electricistas, telefonistas, mineros, del movimiento campesino, ecologistas, indígenas, comunitarios, etc., que junto con los trabajadores de la educación, simpatizantes y miembros de la CNTE, se podría realizar una tarea extraordinaria de proselitismo escuela por escuela.

Será un error asumir la posición de negarse a ser protagonista en esta coyuntura nacional y en particular del SNTE, bajo la justificación de que cualquier iniciativa que incluya a los “charros” del SNTE, está de antemano descalificada. Si así lo hubiéramos hecho en 1995 hoy no seriamos la representación mayoritaria en la Sección XVIII, al igual que en la XXII de Oaxaca. Establecer que cualquier congreso con presencia de las fuerzas “charriles” es ilegítimo y una farsa es una pobre posición que se niega a enfrentar en el terreno de la democracia y bajo la mirada de la sociedad a los enemigos del magisterio, dejándoles la puerta abierta para que de nuevo asuman el control del SNTE.

Pareciera con ello que la CNTE es sólo una fuerza sindical que sólo sabe ser oposición y que al final del camino se niega a verdaderamente luchar por acabar con el “charrismo” sindical. EEG va a regresar sí la base no se organiza y su vanguardia no actúa conforme lo indican las condiciones actuales. Es hora de dar ese salto y no temer a lo que vendrá después. Estoy convencido que sea cual sea el desenlace, la CNTE saldrá victoriosa, dando nuevas lecciones de democracia y lealtad a la base que la integra y al sindicalismo en general.

No hacerlo y apostar por la derrota de “charrismo” desde la trinchera de la no confrontación electoral, nos llevará a perder terreno que no se recuperará en muchos años. La historia será finalmente la que nos indicará si nos hemos equivocado y nos juzgará por ello.

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