POR ANDRÉS RESILLAS/PARTE 22
No hubo compasión para los 10 jóvenes asesinados y calcinados de Álvaro Obregón.
Se les infirió el mayor daño posible para que la masacre no tuviera precedentes en la región.
El último de los muchachos fue asesinado en el predio la Ciénega de Cuitzeo; se presume que él manejo la Toyota Roja de Luis Alberto L. con todos los cadáveres de sus amigos abordo. Desde el predio El Zacatito hasta la Ciénega en Cuitzeo.
Después, sus asesinos le aplicaron la ley fuga. Quedó a escasos tres metros de la camioneta. Los peritos encontraron un casquillo calibre 10 milímetros, pero con la boca floreada, divida en tiras de latón. Mientras que en el cadáver se ubicó buena parte de la ojiva que le quitó la vida.
El perito Miguel C., contratado por la Defensa del alcalde Juan Carlos Arreygue y los cuatro policías imputados, aseveró que se trató de una bala expansiva.
Explicó que la bala expansiva consiste en abrir la ojiva de plomo para hacerle un hueco interior y que al momento de la fulminación, la ojiva se fragmenta y emerge del cañón de la pistola en varias partes, lo que ocasiona un mayor daño al cuerpo donde se impactará.
“Las balas expansivas se crearon para causar el mayor daño posible, de eso no hay duda”, dijo el perito.
Agregó que la bala expansiva que mató al último de los jóvenes, es calibre 10 milímetros; que se usa en pistolas semi automáticas o escuadras y no de revólver. Que la bala pudo ser utilizada en una pistola 10 milímetros o en una .40.
Recordemos que la mayoría de los casquillos y ojivas encontrados tanto en los sitios de los hechos como en los cuerpos calcinados de las víctimas correspondían al calibre 10 milímetros. Incluso ya fueron incorporadas como pruebas en el presente juicio.
Incluso abundó que a diferencia de las balas normales, las expansivas al ser accionadas a quema ropa, dejan un mayor boquete o entrada en el cuerpo en que se impactan los fragmentos de plomo.
TODOS LOS MANDOS TOMARON BUCHANANS ANTES DEL OPERATIVO, INCLUYENDO EL ALCALDE
La mujer policía que estuvo como encargada de abrir y cerrar el portón de la comandancia el 29 de julio del 2016, fecha de la masacre colectiva, aseguró que desde las ocho de la noche todos los mandos policíacos, un ministerial y el alcalde Juan Carlos Arreygue, estuvieron tomando vino en la comandancia de policía de Álvaro Obregón.
Dijo que a esa hora llegaron a la comandancia en una de las patrullas nuevas, el director de Seguridad Pública, Marín Martínez, el subdirector “El Maca” y el policía ministerial Marco Antonio F.; que a la medio hora llegó el alcalde Juan Carlos Arreygue y que se unió al grupo de bebedores.
Relató que el policía ministerial llegó en un auto de lujo, marca Audi, color gris claro. Que al bajarse, abrió la cajuela y las puertas para poner música. Que ella estaba a tres metros del grupo pero que no escuchó de lo que hablaban.
Que el alcalde Arreygue Núñez duró una hora bebiendo y departiendo con los policías y que pasó a retirarse junto con su chofer Juan Daniel en el la camioneta suburban negra. Que esa noche no lo volvió a ver.
Indicó que como a las 11 de la noche, Jorge Luis, el policía encargado del radio, reportó a los mandos que en las vías que dividen a Álvaro Obregón e Indaparapeo se reportó a un grupo de personas alterando el orden.
Que fue el subdirector “Macas” quien abordó una patrulla y salió aprisa y que a los 15 minutos les habló por el celular y todos salieron a bordo del auto gris del policía ministerial. Que ya no supo los resultados de ese operativo, pues a las 12 de la noche se retiró a descansar.