LOS TRABAJADORES ANTE LA CONMEMORACIÓN DEL PRIMERO DE MAYO. POR EL PROFR. JUAN PEREZ MEDINA (CUT- MICHOACAN)

 

EN HONOR A LOS MARTIRES DE CHICAGO YA TODOS LOS TRABAJADORES DEL MUNDO QUE HAN DADO SU VIDA POR DEFENDER LA NUESTRA.

Durante varias décadas en el siglo XX, los estados capitalistas utilizaron el estado bienestarista para detener el avance del socialismo, que representó otra forma de organizar el trabajo y las condiciones de vida. Para contener ese avance, en los países capitalistas tuvieron que ceder a las presiones de los trabajadores del mundo y crearon una serie de derechos y prestaciones con la finalidad de ocultar la explotación del trabajo asalariado, para que los trabajadores no vieran otra opción más que las del sistema que los oprime. La situación actual del capitalismo y sobre todo, la grave situación de los trabajadores en él, está en la inexistencia de lo que hasta hace más de 30 años era la extinta URSS y todo el campo socialista. La falta del contrapeso del mundo socialista, ha permitido a los capitalistas, quitarse la máscara de bienestaristas que tanto les sirvió durante el siglo XX, para mostrar su verdadero rostro encargado de desaparecer los derechos que creó, exprimiendo cada vez más a trabajadores y trabajadoras y sus familias, sin importar edad, color de piel, religión, etc. El anhelo de igualdad en el capitalismo es explotarnos a todos por igual.

Hoy en día, aunque haya algunos trabajadores desclasados e ignorantes que lo pretendan negar, padecemos las consecuencias del derrumbe de la URSS expresado en mayores niveles de pobreza y precariedad laboral. Las condiciones laborales, salariales y asistenciales de los trabajadores siguen deteriorándose año con año. Llegamos a este primero de mayo de 2018 en peor situación que el año anterior. Sí a fines del siglo XIX la exigencia que llevó a la horca a los Mártires de Chicago era lograr una jornada laboral de 8 horas, los trabajadores mexicanos contemporáneos parecen situarse en un estadio mucho peor. En la actualidad, la vida laboral se caracteriza por la precarización del trabajo, reflejado en la permanente caída del salario, la desregulación laboral mediante la imposición de los contratos a prueba y por horas, aumento excesivo de la informalidad, empleos eventuales o sin base, sin derecho a la seguridad social, a los servicios de salud, a la sindicalización y la tercerización del empleo. El reflejo de lo anterior es una pérdida acumulada del poder adquisitivo en treinta años, del 16 de diciembre de 1987 al 26 de octubre del 2017, del 80.08%, medida de acuerdo a la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR).

Este fenómeno ha visto de la mano de otros más, como el permanente incremento de los costos de las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias y políticas inflacionarias, como el aumento periódico de la gasolina y el gas, el transporte público y la electricidad. Los datos oficiales, de los cuales hay que dudar siempre, nos hablan de un creciente y alarmante aumento de la pobreza y, por consiguiente, de la violencia como consecuencia de la explotación laboral y la necesidad de empleo. Ejemplo de ello es que en 2015, el precio de la CAR era de $201.01pesos y para octubre de 2017, el precio de dicha canasta alcanzó $245.34 pesos, mientras que el salario no llegó en ese mismo lapso ni a los $10 pesos.

La grave caída salarial ha sido tal que en 1987 eran necesarias 4 horas y 53 minutos para adquirirla, le restaban al trabajador 19 horas y 7 minutos para transportarse, comer, asearse, convivir con su familia,

salir a pasear, dormir, etcétera. Sí por una jornada de 8 horas se pagara un salario mínimo, el 1ero de enero de 2013 el tiempo de trabajo necesario para adquirir una Canasta Alimenticia Recomendable era de 21 horas con 13 minutos, por lo que le quedaban al trabajador 2 horas y 47 minutos para satisfacer sus necesidades, es decir, para dormir, comer, estar con su familia, su pareja, sus amistades, para transportarse, etc. Tres años después, el 16 de octubre de 2016 ya únicamente eran 7 minutos, en total, para realizar el resto de sus actividades, debido a que el tiempo necesario que había que laborar para alcanzar la CAR era de 23 horas con 53 minutos. Al 26 de octubre de 2017 el tiempo de trabajo necesario para comprar la CAR ha sobrepasado un día completo llegando por primera vez a las ¡24 horas con 31 minutos

A casi 4 años, el espejismo que significó la reforma laboral de Felipe Calderón, la situación empeora después de la promesa progubernamental y empresarial de que todo iría mejor. Según datos publicados por INEGI a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo para el tercer trimestre de 2015, los empleos no han crecido significativamente y, en contrapartida, éstos han sufrido un deterioro enorme. Estos mismos datos nos dicen que los salarios son cada vez más paupérrimos; pues la mayor parte de ellos se encuentran entre 1 y 2 salarios mínimos. El aumento de empleos mal remunerados es proporcional a la pérdida de los empleos con salarios medios y de calidad. Tan sólo en 2015 se perdieron cerca de 500 mil empleos de más de cinco salarios mínimos. Súmese a ello que la informalidad ya ha rebasado al 60% de la población económicamente activa y casi 40 millones no tienen acceso a la salud.

El argumento de los auspiciadores de la Reforma Laboral fue que era necesario flexibilizar el mercado laboral para hacerlo más dinámico; sin embargo, el mercado laboral mexicano ya era muy flexible. La reforma únicamente lo hiperflexibilizó, y al hacerlo terminó por crear condiciones más precarias de trabajo.

Lo que ha traído la reforma laboral con la generalización de la subcontratación y la pérdida de conquistas laborales por parte de los trabajadores, salarios más pobres y trabajadores más empobrecidos. A cinco años de su aprobación, ha contribuido más a la desigualdad y a la vulnerabilidad de la población de bajos ingresos, y muy poco a la formalidad, la productividad y la generación de empleos, ante un déficit de más de 39 millones de plazas.

Ejemplo de esta grave situación salarial, son los salarios que pagan empresas como Wal-Mart y las condiciones de esclavitud a las que son sometidos sus trabajadores, quienes en su mayoría gana entre uno y dos salarios mínimos, estando sujetos a horarios de trabajo flexibles, es decir, que deben estar a disposición de la empresa las 24 horas del día, sin obtener por lo menos el beneficio del pago de horas extra, y en el caso de las mujeres enfrentar una abierta discriminación laboral, pues uno de los requisitos indispensables para trabajar ahí es que no estén embarazadas y se abstengan de hacerlo si quieren permanecer en la compañía (lo que constituye una abierta violación a los derechos humanos de sus empleadas). En empresas como Walmart, Vips, Elektra, McDonald’s, Oxxo, KFC y El Globo por ejemplo en puestos de cajeros, vendedores y ayudantes generales, pagan de 1 a 2 salarios mínimos, jornadas de más de 10 horas, periodos de prueba de varios meses sin pago del IMSS y pagos por hora menores a 20 pesos. En Elektra, por ejemplo, un trabajador no es derechohabiente del IMSS en los primeros 5 meses de trabajo con el argumento de la empresa de que el trabajador está a prueba. La jornada para un vendedor en una tienda se extiende de 8:30 am a 9:30 pm con dos horas de comida; es decir, 11 horas de trabajo en piso de ventas y dos de comida, en total 13 horas. Todo ello violatorio de las actuales leyes laborales, que de por sí han arrebatado derechos ganados a los trabajadores.

¿Quién defiende a estos trabajadores sin no tienen oportunidad de sindicalizarse y ni siquiera saben que pueden hacerlo? Creo que los trabajadores sindicalizados tienen aquí una enorme deuda por omisión y también por el enorme peso del gremialismo empobrecedor. Si los “Mártires de Chicago” revivieran se volverían a morir de pena y vergüenza.

Podría honrárseles, sí este PRIMERO DE MAYO los trabajadores organizados, decidieran luchar por estos trabajadores o junto a ellos. Defender verdaderamente nuestras conquistas y nuestro trabajo; pasando de la simulación o el gremialismo; del confort de nuestras ínsulas a la lucha general de los trabajadores por mejores condiciones de vida. Una verdadera plataforma que llame a la unidad general deberá avanzar hacia la exigencia de un incremento del 100% al salario; la supresión de los contratos a prueba, el pago de horas extras en las jornadas extendidas, creación de empleos suficientes y de seguridad social de calidad para todos, si eso nos es negado entonces, que se vaya los del gobierno y su jauría de ladrones, vendepatrias y aduladores; pues la riqueza y el gobierno debe estar en manos de los trabajadores.

Es hora de la unidad política que se plantee “tomar el cielo por asalto”, haciendo de la lucha de los trabajadores el espacio para confraternizar y establecer como meta la vía hacia el poder. Si nos comenzamos a unir, y no me refiero a la unidad en la acción, a la integración de frentes o coordinadoras que tratan de atender ciertas demandas, sino a la unidad política que se proponga cambiar el régimen y echar debajo de una vez por todas la explotación de los trabajadores; podremos en el futuro construir una patria más justa y humana, logrando con ello acabar con la miseria y la violencia actual.

En Michoacán tenemos enormes condiciones para hacer la hazaña que soñó Primo Tapia de organizar al pueblo trabajador para organizar la vida política y económica como la única forma de vivir en paz. Esta, creo yo, es la mejor forma de honrar a los trabajadores que en 1886 fueron ahorcados injustamente en la ciudad imperialista de Chicago; y, entonces, las palabras dichas por Spies dichas en los instantes últimos cobraran significado: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro…”

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